>Políticas públicas para el cumplimiento de la ley 26.657. >Por: Lic. Inés Contreras de Magno.


Con el establecimiento de la Ley de Salud Mental 26.657 se pretende asegurar la protección de la salud mental de todas las personas. A partir de ella, surgen los siguientes interrogantes: ¿Cómo hacer circular la transferencia en una institución pública? ¿Cómo debe operar en la misma un psicoanalista para hacer un rescate de la subjetividad en una institución donde priman otros discursos? ¿De qué "demanda" se trata? 


En el capítulo I: Derechos y garantías de la Ley Nacional de Salud Mental   Nº 26657, su Artículo 1° dice: "la presente Ley tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental [...]"

Así, el tema de la salud mental es una preocupación moderna, una preocupación de los derechos humanos. Antes, en otras épocas lo que le preocupaba al amo clásico era la salud del rey, la salud del propio amo y con la salud del amo se garantizaba la salud del pueblo. Surge aquí la ambivalencia en la relación que tenían los amos con los médicos. Así los reyes cristianos tenían un médico árabe o judío, no sólo porque los médicos cristianos sabían poco, sino porque así podían matar al médico si fracasaba. Hoy se les hace juicio (2). Se introduce la ambivalencia de la transferencia con el médico, que siempre fue una relación apasionada.

Estas pasiones no han desaparecido en nuestro mundo laico. Así Jacques Lacan (1964) define el concepto de transferencia como la puesta en juego de la realidad sexual del inconsciente. Considero que la cuestión de la transferencia es el instrumento fundamental para llevar adelante un tratamiento, ya se trate de Instituciones Publicas o Privadas. Todo paciente busca en un Otro, un saber y el fenómeno de la transferencia nos lleva entonces hacia lo más arraigado del deseo de saber y que es el único terreno por el cuál se es médico: “la demanda del enfermo”(3). Sabemos desde el psicoanálisis que no siempre se trata en la “demanda” que lo saquen de su posición de enfermo…sino que lo dejen en ese lugar.

Es allí donde ha de advenir un psicoanalista que atraviese ese nivel explícito de la demanda de curación y haga emerger el nivel implícito de la misma y es en ese lugar el de la transferencia donde se dará la revelación,… y es que se trata de la relación con el “goce del cuerpo”.
Es en la institución psiquiátrica a donde llegan las demandas de terapéutica, donde el analista podrá verificar y materializar la apuesta del psicoanálisis aplicado. Es decir, aplicar el psicoanálisis allí donde operan otras terapias, las terapias farmacológicas, las terapias del yo, de restauración y aún aquellas que agregan un exceso de sentido con el riesgo de borrar el síntoma y aun el deseo del sujeto.

Intentamos como trabajadores de la salud mental no desistir y preservar el lugar para ingresar la demanda del que consulta, en la dialéctica de la cadena significante y articularlo a un discurso que lo lleva al saber sobre la causa de su malestar.
Sabemos que en las psicosis hay certeza de saber en el Otro y será en el caso por caso que el goce deslocalizado que invade al sujeto pueda crear un significante que lo organice, que lo estructure o ponga límite a su goce desamarrado.

También está la inclusión en los dispositivos en el Servicio de rehabilitación donde a través de las actividades creativas esté asegurado el reconocimiento de su subjetividad, la afirmación de su palabra o el establecimiento de un discurso que pueda producir un efecto de sujeción o de suplencia.
“El técnico o el profesional de la salud mental tiene estas posibilidades: ser sólo un agente de gestión en la relación de un sujeto con el otro social….ó  ser el agente del vínculo del sujeto con la causa de su sufrimiento y que por añadidura modificaría su posición en el lazo social (4)”.

Los profesionales de la salud mental hoy son contratados como psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, etc. Pero esto no impide que cualquiera de ellos decida, con su deseo, instituir el dispositivo de la escucha,  y la creación del acto analítico si se trata de un psicoanalista.
En la tarea en las Instituciones tomo las referencias del capítulo de Clínica y política en el texto del Banquete de los analistas, de J. A. Miller donde dice que: “no se trata de transmitir el psicoanálisis sólo entre psicoanalistas, sino precisamente a aquellos que no lo son.”. Y también el decir del psicoanalista Germán García:…”que cada uno espere lo que desea, sin dejar de hacer lo que corresponda”


Citas bibliográficas:
(1) Psicoanálisis e Institución: una discusión – Monique Kusnierek y Eric Laurent
(2) Eric Laurent. Psicoanálisis y Salud Mental, editorial Tres haches, pág.  34.
(3) Jacques Lacan: Psicoanálisis y Medicina. Intervenciones y textos, pág. 91.
(4) Rivas Padilla, E. La transferencia en la institución, pag. 22-25

Autor: Inés Cristina Contreras
Lic. en Psicología.
Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
Miembro del CID-Sgo. del Estero, Instituto Oscar Masotta
Docente de la Lic. en Psicología, Universidad Católica Santiago del Estero
Ex directora del Hospital Psiquiátrico "Dr. Diego Alcorta"

> Entrevista A MARTA PAGANO DE VERDE (CID Salta) (Por Francisco Ruiz - Junio del 2010)

   En esta entrevista se abordan temas referidos a la actualidad, como ser la violencia hacia la mujer y la caída de la función paterna, la religión y las tradiciones en el NOA  y  la importancia del psicoanálisis en la región.

Francisco Ruiz
Buenas tardes Marta, estamos muy contentos por tu presencia en Santiago, con motivo del Seminario que este año nuevamente se desarrolla en el CID. Nos gustaría que puedas presentarte en esta entrevista, sobre todo para aquellos que no te conocen y contarnos cómo fue tu acercamiento al psicoanálisis.

Marta P. de Verde
Bueno, mi primer contacto con el psicoanálisis fue en la universidad, hace muchos años en Córdoba. Era la cátedra de psicopatología, de orientación lacaniana. Empiezo a analizarme en Córdoba, luego voy a Salta. Luego de un tiempo continúo mi análisis en Buenos Aires. En Salta yo estaba muy comprometida con mi análisis personal. Ya había grupos de psicoanálisis. Pero yo me empiezo a comprometer con el psicoanálisis en lo institucional cuando se forman los círculos de psicoanálisis en el norte, había círculos en Tucumán, en Salta y en Jujuy. Después estos círculos se desactivan. Entonces con un grupo de gente de Salta nosotros armamos una institución que se llama causa psicoanalítica de Salta, que terminó siendo un grupo asociado a la EOL. Tiempo después se arma el IOM para el interior, nuestro grupo deja de ser grupo asociado a la Escuela, y de a poco fuimos integrándonos al IOM. Trabajo como docente del IOM y en este momento estoy coordinando el CID  de Salta. Antes de mi estuvo Alejandra Borla. Ahora estamos trabajando para que el IOM sea una asociación civil sin fines de lucro. Realmente en Salta el IOM se desarrolla muy bien y se está armando una comunidad analítica con gente que tiene distintas referencias y transferencias, distintas sensibilidades transferenciales, más allá de cada uno de los amores estamos trabajando en conjunto, y eso le da una fuerza bastante interesante en Salta. Por eso primero me concentré primero en mi análisis personal para después integrarme en la institución analítica.

F.R.
Son dimensiones distintas, la clínica y la institucional.

M.P.
Exactamente, hay gente que hicieron distintos recorridos, conozco colegas que han trabajado en instituciones mientras se iban analizando. Luego siempre estuve en la universidad. Es para plantearse, cuando uno enseña en la universidad, cómo transmitir el psicoanálisis ahí. Es un tema que lo he trabajado mucho porque era necesario ver qué posición es la que causa, es la que mueve a la gente a interesarse en el psicoanálisis. Y ser uno el instrumento, el medio. En la universidad católica de Salta está la carrera de psicología, ahí estoy en una cátedra. En Salta hay mucha influencia de la logoterapia. Acá en Santiago la religión. Está a tono con la tradición de Salta.

F.R.
 Ya que tocas este tema, ¿cómo ves al psicoanálisis en el interior del país, en relación a las tradiciones, la cultura, la política? ¿Qué del psicoanálisis causa el interés en esta región?

M.P.
Te diría que en Salta la tradición se ha quebrado ya con la instalación de la modernidad, los
shopping, mucho más rápido de lo que la gente cree. Esto  tras los gobiernos alineados con Menem y yo diría desde antes. La gente de Salta cree que Salta es medieval, pero yo creo que es más victoriana. Colegas de Salta me cuentan cómo se instala esta moral victoriana con un arzobispo que fue importante en su momento. Ha tenido una moral victoriana que por el mismo crecimiento de la modernidad se ha ido decayendo, así que en este momento sobre todo en la gente joven hay un desencanto de todos estos ideales moralistas. Entonces hay un quiebre de la familia. Hoy los pacientes consultan la mayoría por divorcios, depresiones, angustias, fobias, ataques de pánico, todos síntomas de la modernidad tardía. Y es porque la religión no funciona es que el psicoanálisis puede entrar. Si la religión funcionara, dando una respuesta esto sería de otra manera. Pero no es así. Hay mucho trabajo en los consultorios, mucha demanda en los hospitales y quiere decir que la respuesta de la religión ha fracasado. En Salta la religión ha virado de los ideales al negocio. Hay todo un turismo religioso importante y que deja dividendos. El psicoanálisis puede ocupar esa brecha en donde ha fracasado lo religioso.

F.R.
En este sentido hay que hablar también de la sexualidad.

M.P.
Claro, en Salta siempre estuvo la doble moral. Como buena tradición victoriana está la doble moral muy bien sostenida. Pero eso ha declinado totalmente.

F.R.
Ya que hablaste sobre la época victoriana y sobre la sexualidad, hoy en día está la cuestión sobre el matrimonio igualitario, la violencia contra la mujer como tema de estado. En el NOA la problemática del feminicidio también está presente.

M.P.
Con respecto al matrimonio igualitario, desde el psicoanálisis no podemos decir “no es conveniente”, o “es conveniente”. Habrá que ver caso por caso. Pero yo lo que pienso es lo siguiente, justamente la instalación de la modernidad es lo que provoca la segregación del gay, del loco. Porque en el medioevo y en la antigüedad el homosexual no era excluido. Hay estudios hechos donde muestran que en los palacios y en los castillos medievales convivía el homosexual junto con el rey, con los soldados. Es decir, era uno más. La misma modernidad que segregó ahora busca la integración. Es un mismo movimiento de la misma modernidad. Lo que segregó ahora busca integrarlo. De todos modos todos estos temas, del matrimonio igualitario, de las adopciones, vamos a ver en la clínica como se presenta. Hay que ver la cuestión de la función paterna cómo puede operar.

F.R.
Son temas para debatir.

M.P.
Para debatir, sí. Hay que pensarlo. Lo que vos decís de la violencia, fíjate que en Salta se armó en el poder judicial una institución para trabajar los casos de violencia, sobre todo violencia contra las mujeres, a partir de un caso real que ocurrió. Una mujer denunció que su marido la golpeaba. Ella parece que no intervino mucho y el marido termino matándola. A partir de ahí se reforzó el sistema judicial. El problema es complejo. La mayoría de las mujeres que denuncian al marido que la han golpeado y que piden que momentáneamente vaya preso después son ellas mismas las que pide que vuelva el marido. Habría que ver qué interviene de las mujeres ahí en esa cuestión. Me parece también que la violencia va aumentando a medida que va declinando la figura masculina. Van apareciendo las figuras de liberación de la mujer pero esto no significa que vamos a encontrarnos con algo mejor. La violencia aumenta ante la impotencia del hombre. La respuesta violenta del hombre, ante su impotencia, ante la declinación del hombre, de su función viril. La cuestión es compleja. No es tan sencillo de que el hombre es violento y la mujer es la que recibe esa violencia. No. Me parece que la violencia aumenta por efecto de la época. No es que está saliendo a la luz que había antes. No. Hay un aumento y me parece que es por esta declinación de la figura del hombre. Lo que decía Lacan, la caída de la figura del padre, la caída de la función paterna, va trayendo estas consecuencias de mayor violencia. Como dijo una psicoanalista que fue a Salta, una declinación del amor al padre. Vivimos en una sociedad en donde ese amor al padre, que posibilitaba la función paterna, ha declinado. Hoy estamos ante lazos amorosos muchos más débiles, más light, menos comprometidos, una figura del hombre que va declinando.

Y nosotros desde el psicoanálisis no podemos ir más allá del padre si no hay padre. El final de análisis es ir más allá del padre, pero para poder ir más allá del padre tiene que haber padre. Los casos de hoy son casos en donde está muy declinada la función paterna, y en muchos casos ese amor al padre no está. Cómo vamos a poder ir más allá del padre si el padre no está. Cómo pensar un final de análisis en una sociedad donde la declinación del padre es cada vez mayor. Y esto es con el inicio de la modernidad, que va a ir declinando poco a poco la figura paterna. Y esto trae sus consecuencias. Me parece que cada momento, cada siglo nos va enfrentando a algo diferente, pero que se inició en la modernidad. Nos encontramos con las neurosis, con la declinación de la función paterna, con las perversiones, y hoy en día con lo que decía Mabel que es con las psicosis. Hay muchas consultas por psicosis en los consultorios. Sobre todo por las psicosis ordinarias en donde no se sabe bien cómo ubicar el diagnóstico. Y tiene que ver con esta ausencia del padre. En Salta se ha armado algo como una religión paralela  dentro del mismo catolicismo. Ha surgido una mujer que tuvo una visión y armó toda una instancia religiosa que de alguna manera compite. Y es una mujer, no es un hombre. Ahí se ve también la declinación de la que hablamos.

F.R.
Lo que dices se refiere a los desarrollos lacanianos sobre la feminización.

M.P.
Exactamente. Por ese goce ilimitado. El no-todo de la mujer también nos enfrenta a un goce que no tiene límite. Es ilimitado. El goce fálico del lado masculino es un goce limitado por el falo. En cambio en la mujer es un goce ilimitado. Dónde está en este momento el punto de límite.

F.R.
Muchas gracias Marta por esta entrevista.

M.P.
Muchas gracias a ustedes.


 
Notas:
Entrevista realizada a Marta Pagano de Verde para CIUDALÍTICA (Blog de psicoanálisis y comunidad del CID Santiago), Junio 2010.
Agradecemos a Marta por su disposición para esta entrevista como así también para la revisión de la misma.

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>>Otras entrevistas...


> Psicoanálisis sin diván (de Irene Greiser). * Por Silvia Ons



Tanto Freud como Lacan anhelaban que el psicoanálisis se inscribiese en la cultura y nunca limitaron el poder de la interpretación al ámbito privado del consultorio. Freud analizó la cultura de su época y su malestar, ahondó en textos literarios  y en creaciones pictóricas y escultóricas, indagó sobre el fenómeno de masas. Deseó para el psicoanálisis un porvenir, en el que tuviese una incidencia en lo social, que sobrepasase su lugar como tratamiento curativo de las neurosis. En 1926  marcó especialmente la distinción entre el psicoanálisis terapéutico y el psicoanálisis como ciencia, temía que su hallazgo quedara reducido a ser una  técnica mas, entre aquellas que alivian del sufrimiento. Deseaba, en definitiva, que su descubrimiento pudiese  afirmarse como una lectura de la civilización, que trazase su marca en ella. Lacan se interesó de entrada, no solo por la subjetividad de su época, sino por los discursos asentados en la cultura que interpeló y que leyó analíticamente. A diferencia de Freud, se encuentran en Lacan más interpretaciones dirigidas a estos discursos, que aquellas referidas a sus  propios pacientes. La lista de convocados es interminable: filosofía, literatura, política, ciencia y  los propios analistas  puestos en el banquillo.
            
 El libro de Irene Greiser se inscribe en esta tradición agregándole a esa lista la importancia de que el campo jurídico pueda ser interpelado, su propósito es también  el de lograr que el psicoanálisis pueda incidir en los organismos  sociales y educativos, gubernamentales y no gubernamentales. Capítulo por capítulo muestra de qué manera se inserta el trabajo analítico en las instituciones, necesitadas como nunca de esta labor por la pérdida  de brújula que caracteriza al malestar contemporáneo. Explora especialmente aquellas vinculadas con el campo del delito, la violencia, la criminalidad, el desamparo, la marginalidad. Analiza de qué manera en estos campos no solo el sujeto y su singularidad permanecen excluidos sino que los mismos analistas se desdibujan frente a las demandas impuestas por tales dispositivos. Greiser rastrea cuáles son los obstáculos para el advenimiento del acto jurídico y del acto analítico. La ideología de los derechos humanos, junto con la importancia creciente de las evaluaciones coadyuvan como  impedimentos para una ética que contemple la singularidad. No se refiere a los derechos humanos en si mismos-de tanta importancia para la humanidad- sino la ideología, que hace que ellos se expandan usándose como justificación para todo, de manera ubicua. Tal ideología, pone el acento en el ciudadano que aparece  como individuo universal  en beneficio de una omniabarcante e indiscriminada igualdad. Así, paradójicamente-dice la autora en el “para todos” universalizante de los derechos humanos, tan afín a la democracia,  enuncia para todos lo mismo y en ese punto, encuentra semejanza con el pensamiento único de los totalitarismos. Pero también hay que pensar a la evaluación como ideología que  intenta mimetizarse con las ciencias duras. Vale recordar el imperativo galileano: “Hay que medir todo lo que es medible y hacer medible lo que no lo es”. Si tal consigna se ha extendido tan ampliamente en otros campos es-como bien dice Miller- por expresar algo muy profundo, una  mutación ontológica, una  transformación de nuestra relación con el ser.  Imposible no evocar aquello preanunciado por Heidegger.

Greiser se afana en hacer valer la causa analítica,  apuntando a la singularidad del sujeto, elidido en abstracciones y protocolos de la falsa ciencia. Pero ello no equivale a hacer un psicoanálisis, sino a poder circunscribir, por ejemplo la especificidad de la relación del sujeto con el delito. Los que hemos supervisado pericias judiciales sabemos cómo  en estas no se tiene en cuenta tal peculiaridad, que es en realidad lo único-dice Greiser- que debe interesarle al juez. La autora desbroza con lucidez la impotencia de los protocolos y de las evaluaciones para dar cuenta de lo más verídico de las demandas institucionales. En las pericias judiciales abundan descripciones de  mecanismos de defensa y diagnósticos de personalidad tabulados por el DSM que dejan perplejos e insatisfechos  a los jueces ya que nada dicen de la particularidad del caso. Tampoco se trata, explica la autora de rastrear en los detalles de la historia infantil ni de entrar en un rol detectivesco muchas veces solicitado. Este último es a veces pedido por el propio juez, frente a  propia posición vivida en ocasiones con angustia, ya que  sabe que su veredicto puede determinar la vida del acusado.  Greiser se interna en aspectos pocos explorados  relativos a las cuestiones criminológicas, al cruce del psicoanálisis con otros saberes y a las problemáticas institucionales. Una interesante casuística ilustra la eficacia de la intervención analítica y su alcance subversivo, aún, fuera del consultorio.   El libro es de sumo interés, no solo para aquellos que trabajan como analistas en estos ámbitos, sino para aquellos que advierten que el psicoanálisis en extensión es fundamental para su supervivencia.
Silvia Ons

> Relaciones magnas * Lic. Gabriela Alluz


Ser un conquistador, para los ojos del mundo, constituye la causa de la vida de Alejandro Magno. Sin embargo, la autora vincula la vida de Alejandro con el deseo materno y lo mortificante de la pulsión.
 Relaciones magnas
* Lic. Gabriela Alluz


“Es preciso que los lectores recuerden que no he aprendido a escribir de las historias, sino sólo de las vidas; y las hazañas más fuertes y gloriosas no siempre son las que mejor muestran el vicio o la virtud del hombre; sino que muchas veces una cosa ligera, una palabra o un juego, saca a la luz el carácter de los personajes mucho mejor de que lo haría el relato de derrotas en las que hayan perecido diez mil hombres o de grandes batallas o de conquistas de ciudades mediante asedio o asalto…..”
PLUTARCO, Vida de Alejandro.


Si existe un héroe de la Antigüedad, este es sin duda Alejandro Magno; el joven rey de Macedonia que simboliza el fin de la Grecia clásica y la instauración de la  cultura helenística. La breve y loca aventura de este conquistador mítico se desarrolló entre los años 336 y 323 a.C, o sea que nos remitimos a una época donde hablar de dioses, poder y gloria era lo habitual.
En esa gran civilización griega nació Alejandro III.
“En el destino de un ser humano no hay nada más importante que las leyendas que han acunado su más tierna infancia, por mas inteligente que se vuelva. Todas ellas participan de la nebulosa que constituye su inconsciente, que determina en parte su personalidad futura. Este fue el caso del hijo de Filipo II : fue educado en la creencia de que era hijo del más grande de los dioses, un dios doble, egipcio- griego; que era más que un hijo de Zeus, lo que implicaba la genealogía legendaria de su padre y la de su madre, porque también era hijo del Amón egipcio, lo que le daba una superioridad indiscutible sobre todos los reyes, griegos o persas, de la historia, e incluso sobre su padre que sólo podía invocar a Zeus como antepasado mítico.” (Alejandro Magno. Ensayo biográfico. Roger Caratini).
Cuando alguien nace, no nace sujeto, nace como diría Lacan, en un baño de lenguaje y el inconciente es el discurso del Gran Otro; tal como afirma Miller “el lenguaje precede al sujeto” aún dice, ubicando el momento en que todavía no habla, la articulación significante está allí.
 El sujeto es más hablado que hablante, está determinado por el lenguaje.
 En la historia de Alejandro se observa claramente el discurso que lo habitó desde antes de su nacimiento fue educado en la creencia de que era hijo del más grande de los dioses, que le daba una superioridad indiscutible aún sobre su propio padre…estos significantes que lo precedieron  serán su serán su llamado a ser,  serán su insignia.
  El llamado supone al otro; para que el grito se convierta en llamado, dice Miller, se necesita el acuse de recibo del Otro, hace falta el reconocimiento de la identidad del sujeto por parte del Otro, hay un Otro que responde, la respuesta materna  indica que se trata de reconocer  que el grito no es solo una secreción orgánica sino que “se quiere decir algo” que representa al sujeto.
 Se trata del primer reconocimiento en que hay significante donde se creía que había realidad, lo que Miller denomina mutación significante, es decir el proceso de significantización introducido por la transformación del grito en llamado.
Si la respuesta del Otro hace emerger al sujeto, también podemos afirmar que el grito crea al otro, crea el espacio de resonancia; entonces se denomina insignia  a “las marcas de la respuesta” del Otro.
 El S1 marca el llamado como pregunta, cuya emergencia está determinada por la respuesta S2, este significante de la respuesta es el significante Unario.
 ¿Cómo se articulan los significantes en la vida de Alejandro Magno?
  La historia cuenta que Olimpia, su madre, era una mujer exigente, vengativa, devoradora, como lo relatan algunos textos,  que hizo de su hijo su causa.
A su vez, esta madre, es una mujer que  enfrenta y desestima al padre, al punto de negar su paternidad diciéndole: “En nombre de los dioses, jamás será tuyo, en mi útero llevé a mi vengador”.
Estas palabras de la madre, a modo de oráculo, vaticinan el destino de Alejandro y lo determinan a cumplir con el deseo materno, la demanda materna cobra un carácter de mandato.
La sustitución metafórica de madre por padre es, para Lacan, la condición de normativización del sexo del varón. Se supone que si no hay esta sustitución de madre por padre, el sujeto queda enganchado a este deseo imposible de la madre. Loco, no porque las madres deseen cosas locas, sino porque es loca la posibilidad de satisfacción.
Alejandro queda así alienado al deseo materno, alienado a su destino, por lo tanto al discurso del Otro. Responde con un “me quiere conquistador”. Aquí distinguimos claramente la respuesta a la pregunta materna ¿Qué me quieren?  Aparece el llamado que representa al sujeto y que  marca su destino, se arma un nombre que da un sentido a su existencia.
Lacan dice al respecto “Si el sujeto es, lo que afirmo en mi enseñanza el sujeto determinado por el lenguaje y la palabra, esto quiere decir, que el sujeto, en el inicio, empieza en el lugar del Otro, en tanto es el lugar donde surge el primer significante.” Más adelante explicará, “un significante es lo que representa un sujeto”, ¿ante quién? “No  ante otro sujeto sino ante otro significante.”
“El sujeto es ese surgimiento que, justo antes, como sujeto no era nada, y que apenas aparece queda fijado como significante.”
El S1 emerge cuando la identificación simbólica se separa de la imaginaria e introduce la identificación del sujeto como falta en ser, Lacan lo llamó “rasgo unario”, que en tanto significante unario el S1 es como el Sujeto, el resultado de un borramiento, es lo que queda cuando se perdió todo.
Alejandro queda así marcado por un significante primordial, un S1 que va a comandar y regir toda la cadena de significantes, ser un conquistador. Con ello vemos como responde al deseo materno y hace de ello la causa de su vida.
 Es fundamental distinguir demanda y deseo, depende del Otro, de la escucha del Otro,  hay que tomar el deseo al pie de la letra; permitir que el deseo se desprenda, dar lugar a que, lo que aparentemente quiere decir algo, esconde otra significación.
Miller plantea que hay dos identificaciones, S1 y S2,  la identificación constituida se sitúa en S1 (yo ideal) y la identificación constituyente en S2 (ideal del yo).
En la identificación constituída se trata de los efectos engendrados por la respuesta del otro, opuesto al Ideal del yo. Lo singular de la identificación es que pide ser considerado de una manera diferente, según se trate del operador de la identificación que es el Otro (S2) o del lado del  sujeto (S1) que es la constituída.
En relación a lo que es del lado del Sujeto, de la identificación constituida, vemos una escena fundamental en la historia de Alejandro donde el padre, Filippo, lo previno de los designios de su madre, diciéndole: “Puedes tener una vida larga pero sin gloria, o una vida corta y con gloria, como los dioses, pero, no hay gloria sin sufrimiento y tu madre no permitirá eso”. El padre permite a Alejandro realizar una elección, propicia una salida: morir joven y glorioso, con ello se evidencia la operación de separación, fundamental para la constitución del sujeto.
De lo que se trata  dice Miller, es de captar en lo que el sujeto dice, desde donde se identifica el sujeto, cual es la identificación que cuenta, que lo comanda, ubicar desde donde el sujeto se mira, lo que Freud denominó como ideal del yo, que sería más bien, según Miller,  un ideal del sujeto que concierne al yo.
Lo que es del orden de la identificación constituyente, del Ideal del Yo, en la historia de Alejandro es que éste logró lo que ningún emperador en la historia pudo conseguir, creó un magnífico imperio llegando a territorios impensados,  sin embargo, la causa de semejante travesía fue el intento de separarse de esta madre que signó su destino.
¿El se-pararse no sería acaso lo que Lacan toma del latín en sus dos sentidos: por un lado vestirse, como defenderse, procurarse lo necesario para que los demás se cuiden de uno, y por otro lado parir, advenir al mundo?
Ese se-pararse le permite a Alejandro no ser tragado por su madre, en toda su historia  se evidencia como está  privilegiada la pulsión oral.
 Lacan dirá “lo fundamental de cada pulsión es el vaivén con que se estructura”. Devorar y ser devorado, conquistar y ser conquistado, el carácter circular de la pulsión.  También en sus ansias de poder y de conquista se manifiesta su propia voracidad, en su acción de ir cada vez por más se evidencia el carácter repetitivo y devastador de la pulsión (automatom).
 La otra cara del objeto se manifiesta en su vertiente propiciatoria a través de lo invocante,  como seducía a sus guerreros por medio de la palabra, diciéndoles “el miedo a la muerte los hará vencer”. Toda su vida peleó para liberarse del miedo, miedo que se asocia con el horror a la castración.
Podemos situar, en el suceso del asesinato a Clito, el encomendado por su padre para cuidar de sus espaldas, su mejor amigo, se produce la tyché, ese malencuentro, ese encuentro fallido. Alejandro se angustia, queda recluido, no quiere ver a nadie,  allí comienza entonces una carrera desenfrenada hacia la muerte, toma decisiones alocadas, se enfrenta a ejércitos  imposibles de vencer, desafiando el peligro, exponiéndose sin límite, hasta que consigue ser brutalmente herido; es luego de esa batalla crucial donde, finalmente, toma una decisión: la de regresar a su tierra, sin embargo, nunca pudo retornar.
 ¿No habría en estas relaciones magnas un juego que lo deja sin relación? ¿No lo encontramos en la imposibilidad,  volviendo siempre hacia esa tensión de la batalla que le impone esta pulsión, a la que no alcanzan diez mil griegos a ponerle límite?
Cuando hace lazo; amigos, culturas, aún podemos percibir lo vitalizante, hasta que su último refugio lo abandona, Hefestión, su fiel amante, conduciéndolo a su propia muerte.
Para los ojos del mundo Alejandro Magno es considerado como el “Gran” conquistador, aquel que creó un magnífico imperio llegando a territorios impensados, sin embargo descubrimos que la vida de este gran héroe estuvo signada de forma trágica por el carácter mortificante de la pulsión.
¿Cuánto de Alejandro vamos llevando en estas búsquedas irrefrenables de un destino que no está en otro lugar más que en aquel grito que nos llamó a ser... aún cuando no éramos nadie?

* Lic. Gabriela Alluz
Psicóloga. Miembro de la Comisión Directiva
del CID Santiago del Estero

> Comunismo sexual * Susana Amado


Los síntomas contemporáneos en el ámbito colectivo, la inscripción del psicoanálisis en la cultura y el lugar del sujeto en el mundo social, son los temas que Susana Amado trata en este comentario sobre el libro de Silvia Ons, titulado “Comunismo sexual”.

Comunismo sexual
Silvia Ons
Paidós Biblioteca de psicología profunda 294
Buenos Aires .2012

Por Susana Amado *
Es sabido que Freud nunca descuidó en lo que hace a su época la pregunta por los síntomas contemporáneos en el ámbito colectivo.  Malestar en la cultura, Psicología de las masas y Moisés y la religión monoteísta son testimonio de ello. Si hay malestar es porque lo real, inaugurado o puesto de manifiesto por el discurso de la ciencia fijó el sentido de lo real, y es desde este sentido paradojal que el psicoanálisis tiene existencia.
Los efectos del psicoanálisis en la subjetividad de la época, el papel del mismo en los impasses de la civilización, son una referencia ininterrumpida en el discurso freudiano. 
En la enseñanza de Freud y de Lacan se autoriza Silvia Ons, para desplegar en su libro los temas que interpelan  al psicoanálisis en el campo cultural, político y social en sus múltiples manifestaciones, “para franquear los marcos a los que el psicoanálisis puede quedar confinado si no se lo inscribe en la cultura”.
Teniendo como hilo conductor los imperativos de la época, en su referencia a lo ilimitado del goce, la autora despliega, interpela y lee con precisa sutileza los temas que ocupan la vida cotidiana y que se manifiestan como malestar en la cultura.
Desde el inicio, Silvia Ons, se desmarca de una lectura sociológica, sobre los temas que va interpretar, en este sentido apela a Lacan que concibió el “discurso analítico, junto a otros, nunca solo, tal lazo –señala Ons- no nos habla de una homología” ya que el mismo perdería su condición si no mostrase su envés respecto de esos otros discursos.
“Los sujetos ya no están representados por significantes rectores que los nominan en el espacio público, y que clásicamente señalan su lugar en lo social, sino por maneras de gozar que se confiezan de modo inusitado”, con la pretendida ilusión de una felicidad y libertad sín límites, que les permite sostener la creencia  de una adecuación posible, de una igualación en los ideales, de una homogeneización compartida de goces.
“Comunismo sexual” es una práctica común a los swingers con la que bautizan y nombran sus comunidades de goce, y que en la actualidad encarnan “un estilo de vida”. Se trata de un divertimiento que se puso de moda a fines de la segunda Guerra mundial, que se extendió en la década del sesenta, y que el cine   ha promocionado hasta la actualidad. Los cultores de esta práctica sostienen que la misma es una “vacuna contra la infidelidad”, ya que el placer consiste en ver a sus parejas gozar con otro, con el consentimiento compartido. En un modo-alegan-de comunismo sexual, ya que la propiedad privada deja de existir. ¿Pero no es un modo,- se interroga la autora- de evitar la contingencia de los encuentros?  ¿Y una práctica que se sostiene en el control del otro? Sin embargo los adeptos la defienden alegando lo posible de una sexualidad sin amor y con la fidelidad sostenida en la pareja,  sin contraer ningún riesgo.
El uso del viagra en los jóvenes es otro de los temas que Silvia Ons encara en profundidad, destacando su frecuencia en los encuentros sexuales. Son constantes las referencias a Lacan para señalar la particularidad del goce masculino: “el desfallecimiento fálico es esencial en la experiencia masculina, como aquello que hace comparar ese goce con la pequeña muerte, localizando en esa deflación a la castración presente en el encuentro entre los cuerpos”, la misma se localiza a “nivel del cuerpo, en tanto caída de la turgencia fálica.” Para los jóvenes consumidores de Viagra, el argumento o suposición es sostener la erección y perpetuar el orgasmo, prescindiendo del tiempo entre una relación y otra. Paradojas de la satisfacción, ya que se deja de lado lo propio goce masculino al anularse la secuencia tumescencia-detumescencia. ¿“Ello equivaldría entonces a una feminización de lo masculino, ya que el mismo no se presta a esta caída abrupta?
 Las respuestas a estos interrogantes los despliega Silvia Ons, en un recorrido por distintos autores que han pensado esta época como una etapa hedonista, signada por el culto al placer e individualismo sin límites, en el que hedonismo, consumo y nihilismo se entrelazan y parecen inseparables. Concluye dicho capítulo con una referencia a Freud en el malestar en la Cultura en el que señala “que para soportar la vida no podemos prescindir de algunos resarcimientos: distracciones que nos hagan olvidar un poco nuestra miseria, satisfacciones sustitutivas, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ella”.
El hilo que sostiene la trama del texto, es una reflexión constante acerca del orden simbólico en la actualidad, y la manera con la que  nos arreglamos los psicoanalistas en esta época para ser pertenaires de sujetos que son consumidos por un síntoma sin sentido alguno y que no se dirigen al Otro. Silvia Ons desgrana los temas y los interroga con un sólido y elocuente manejo de la teoría psicoanalítica. De eso testimonian los casos clínicos presentados en varios capítulos del libro.
 Sabemos que Freud, consideró inicialmente a la identificación como el primer lazo afectivo a un objeto, también sabemos que las mismas varían según las épocas, sus vestiduras adquieren distintas manifestaciones que intentan velar la falta de relación entre los sexos. Los semblantes a los que recurren los adolescentes para afianzar su imagen, piercing, tatuajes, cortes de pelo, como un paso previo al encuentro público del boliche bailable, es el pretexto que se permite  Silvia Ons, para desplegar en el capítulo dedicado a la previa y los adolescentes, su interlocución con otros campos del saber, desde la filosofías , a la literatura, para señalar el empuje a lo efímero que propicia el mercado de consumo allí donde el padre ya no asegura las identificaciones. El imperativo que subyace es que “el supuesto libertinaje está regido por mandatos que impelen al exceso ligado al abuso de la ingesta. Dicha sujeción a los que se “debe hacer previamente” pone en cuestión la ilusión de libertad que acompaña a la falta de límites”.
Así cuando la ficción de libertad sin límites se impone al sujeto adolescente, también pronto se manifiesta que es “puro simulacro, ya que donde creemos ser libres la dominación del Otro es más completa”.
El amor, el cuerpo y el goce, son atravesados por los mismos imperativos y reglas de juego que la civilización actual le impone al sujeto. Silvia Ons, se propone en este libro responder, con los instrumentos que le brinda su práctica analítica los interrogantes que plantean los síntomas actuales, y su incidencia en la cultura.

* Lic. Susana Amado (Bs. As.)
Directora del IOM CID Sgo. del Estero. Docente del IOM. Analista Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana. Directora de la Revista Dispar del departamento de Psicoanálisis y Filosofía del CICBA. Supervisora del Equipo de violencia familiar del Hospital Álvarez de CABA y Responsable del Departamento de psicoanálisis y Filosofía del CICBA.