>Políticas públicas para el cumplimiento de la ley 26.657. >Por: Lic. Inés Contreras de Magno.


Con el establecimiento de la Ley de Salud Mental 26.657 se pretende asegurar la protección de la salud mental de todas las personas. A partir de ella, surgen los siguientes interrogantes: ¿Cómo hacer circular la transferencia en una institución pública? ¿Cómo debe operar en la misma un psicoanalista para hacer un rescate de la subjetividad en una institución donde priman otros discursos? ¿De qué "demanda" se trata? 


En el capítulo I: Derechos y garantías de la Ley Nacional de Salud Mental   Nº 26657, su Artículo 1° dice: "la presente Ley tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental [...]"

Así, el tema de la salud mental es una preocupación moderna, una preocupación de los derechos humanos. Antes, en otras épocas lo que le preocupaba al amo clásico era la salud del rey, la salud del propio amo y con la salud del amo se garantizaba la salud del pueblo. Surge aquí la ambivalencia en la relación que tenían los amos con los médicos. Así los reyes cristianos tenían un médico árabe o judío, no sólo porque los médicos cristianos sabían poco, sino porque así podían matar al médico si fracasaba. Hoy se les hace juicio (2). Se introduce la ambivalencia de la transferencia con el médico, que siempre fue una relación apasionada.

Estas pasiones no han desaparecido en nuestro mundo laico. Así Jacques Lacan (1964) define el concepto de transferencia como la puesta en juego de la realidad sexual del inconsciente. Considero que la cuestión de la transferencia es el instrumento fundamental para llevar adelante un tratamiento, ya se trate de Instituciones Publicas o Privadas. Todo paciente busca en un Otro, un saber y el fenómeno de la transferencia nos lleva entonces hacia lo más arraigado del deseo de saber y que es el único terreno por el cuál se es médico: “la demanda del enfermo”(3). Sabemos desde el psicoanálisis que no siempre se trata en la “demanda” que lo saquen de su posición de enfermo…sino que lo dejen en ese lugar.

Es allí donde ha de advenir un psicoanalista que atraviese ese nivel explícito de la demanda de curación y haga emerger el nivel implícito de la misma y es en ese lugar el de la transferencia donde se dará la revelación,… y es que se trata de la relación con el “goce del cuerpo”.
Es en la institución psiquiátrica a donde llegan las demandas de terapéutica, donde el analista podrá verificar y materializar la apuesta del psicoanálisis aplicado. Es decir, aplicar el psicoanálisis allí donde operan otras terapias, las terapias farmacológicas, las terapias del yo, de restauración y aún aquellas que agregan un exceso de sentido con el riesgo de borrar el síntoma y aun el deseo del sujeto.

Intentamos como trabajadores de la salud mental no desistir y preservar el lugar para ingresar la demanda del que consulta, en la dialéctica de la cadena significante y articularlo a un discurso que lo lleva al saber sobre la causa de su malestar.
Sabemos que en las psicosis hay certeza de saber en el Otro y será en el caso por caso que el goce deslocalizado que invade al sujeto pueda crear un significante que lo organice, que lo estructure o ponga límite a su goce desamarrado.

También está la inclusión en los dispositivos en el Servicio de rehabilitación donde a través de las actividades creativas esté asegurado el reconocimiento de su subjetividad, la afirmación de su palabra o el establecimiento de un discurso que pueda producir un efecto de sujeción o de suplencia.
“El técnico o el profesional de la salud mental tiene estas posibilidades: ser sólo un agente de gestión en la relación de un sujeto con el otro social….ó  ser el agente del vínculo del sujeto con la causa de su sufrimiento y que por añadidura modificaría su posición en el lazo social (4)”.

Los profesionales de la salud mental hoy son contratados como psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, etc. Pero esto no impide que cualquiera de ellos decida, con su deseo, instituir el dispositivo de la escucha,  y la creación del acto analítico si se trata de un psicoanalista.
En la tarea en las Instituciones tomo las referencias del capítulo de Clínica y política en el texto del Banquete de los analistas, de J. A. Miller donde dice que: “no se trata de transmitir el psicoanálisis sólo entre psicoanalistas, sino precisamente a aquellos que no lo son.”. Y también el decir del psicoanalista Germán García:…”que cada uno espere lo que desea, sin dejar de hacer lo que corresponda”


Citas bibliográficas:
(1) Psicoanálisis e Institución: una discusión – Monique Kusnierek y Eric Laurent
(2) Eric Laurent. Psicoanálisis y Salud Mental, editorial Tres haches, pág.  34.
(3) Jacques Lacan: Psicoanálisis y Medicina. Intervenciones y textos, pág. 91.
(4) Rivas Padilla, E. La transferencia en la institución, pag. 22-25

Autor: Inés Cristina Contreras
Lic. en Psicología.
Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
Miembro del CID-Sgo. del Estero, Instituto Oscar Masotta
Docente de la Lic. en Psicología, Universidad Católica Santiago del Estero
Ex directora del Hospital Psiquiátrico "Dr. Diego Alcorta"