> Mujeres que aman demasiado. El infanticidio y la responsabilidad social. *Mabel Andrawos *Teresita G. Ruiz.


El infanticidio, como problemática social de primer orden en la actualidad, son reflexionadas por las autoras, desde las vertientes subjetiva y social. La primera, vinculada al mito de Medea de Eurípides, paradigma de la mujer sin límites, “¿se es madre por el hecho de engendrar en su vientre? Consideramos que la maternidad no es un instinto. El deseo de ser madre no viene inscripto genéticamente…” La segunda, lo social, vinculada a la soledad en la que los sujetos se encuentran en el mundo de hoy.

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Mujeres que aman demasiado
El infanticidio y la responsabilidad social.

*Mabel Andrawos  *Teresita G. Ruiz.

“Esto es para vos, traidor h. de p.”. “Loca de amor”. Estas fueron algunas de las frases escritas por una mujer que asesinó a su hijo para vengarse de su marido. Ante medios periodísticos declaró “lo hice para cagar al padre”. Luego, ya en la cárcel se suicidó.

Este es el final. Pero retrocedamos brevemente en el tiempo.

¿Quién era esta mujer? Poco sabemos de su historia,  se  informan los hechos atroces con insistencia, pero casi nada  de las historias de sus protagonistas. Su origen era brasileño. Había dejado su pueblo natal, su familia, sus vínculos, y podemos suponer que lo hizo para estar con el hombre a quien amaba “con locura”. Este, luego de 16 años la abandona por otra mujer.

Esta historia actual no es nueva, es tan antigua como la humanidad. Encontramos un fiel reflejo en el mito de Medea de Eurípides, paradigma de la mujer sin límites, capaz de cometer los actos más siniestros.

Nos preguntamos, en ese acto, en ese instante en el que lo asesinó, ese niño ¿era “su hijo”? o mejor dicho ¿era ella una madre? ¿Se es madre por el hecho de engendrar en su vientre?

Consideramos que la maternidad no es un instinto. El deseo de ser madre no viene inscripto genéticamente, no depende de la biología, ni son suficientes siempre los mandatos culturales, sino que mas bien se relaciona con la historia de cada sujeto, con el modo en fue amado, deseado, o no lo fue.

Lo que nos muestra el mito de Medea y lo que los psicoanalistas Sigmund Freud y Jacques Lacan nos enseñan, es que hay una disyunción entre la mujer y la madre, una no implica necesariamente a la otra. La posición femenina está en parte, en relación al campo del “sin límites”, del “extravío”. La posición materna encuentra un tope en el amor a sus  hijos.

Estas mujeres, “Medeas” que siempre existieron, aman sin límites a sus hombres y  cuando lo pierden, se pierden, se extravían.

Parafraseando el nombre del programa radial del periodista y escritor Alejandro Dolina, “la venganza será terrible” cuando son dejadas por el hombre “al que aman demasiado”, quedan sin brújula, caen en el sin sentido, siendo capaces  por venganza de matar a los hijos y a sí mismas.

Es posible pasar del amor al odio, los polos opuestos, dadas determinadas condiciones se juntan. Cuando se hace este pasaje se busca destruir al otro, en este caso al hombre amado/odiado, matando lo que ellos aman. Los hijos son considerados “hijos de él”, amados por él. Estos hijos no son subjetivados como propios, ninguna madre puede matar a su hijo. Matan a los hijos de “su hombre”,  porque saben que así les arrebatan lo más preciado. En ese punto, aman a su pareja, no a sus hijos.

Hasta aquí la referencia a lo subjetivo. Pero hay otro aspecto que como psicoanalistas no podemos dejar de preguntarnos ¿cuál es la responsabilidad de quienes, si bien no cometieron el terrible acto, no pudieron advertir el grave peligro y dejaron a este niño y a esta mujer desamparados? Como en tantas situaciones de maltrato verbal o físico, los signos estaban (amenazas explícitas, internaciones, denuncias del padre, pedidos de las hermanas, etc.). Los que la rodeaban, ¿estaban presentes? El padre lleva a sus hijos a vivir unos días con él, pero luego los reintegra al “cuidado” de la madre. Había pedido la tenencia legal de sus niños, pero la jueza todavía no se había expedido.

Es necesario que como ciudadanos, como integrantes de  instituciones de salud, judiciales, escolares y otras,  nos preguntemos  por qué “oímos” pero no “escuchamos” estas advertencias.

Estos pasajes al acto son posibles cuando el sujeto se encuentra en la más absoluta soledad sin el sostén de un Otro  que los escuche y los aloje.

Implicarnos, interrogarnos, asumir la cuota de responsabilidad que a cada quien nos compete desde nuestro lugares en la sociedad, dejar la fascinación por el espectáculo del horror que cautiva nuestras miradas, es la oportunidad para poder “ver y “hacer” de otros modos. Así, tal vez  contribuyamos a disminuir estas tragedias, comprendiendo la importancia de la celeridad  y de la peligrosidad de estos casos.


* Mabel Andrawos: Lic. En psicología, Psicoanalista, miembro de la EOL, AMP y Asesora Epistémica del Centro de Investigación y Docencia (CID) Sgo. del Estero, perteneciente al Instituto Oscar Masotta (IOM).

* Teresita Ruiz: Lic. En psicología, Psicoanalista, Presidente del Centro de Investigación y Docencia (CID) Sgo. del Estero, perteneciente al Instituto Oscar Masotta (IOM).